Su vestido de color coral claro caída suavemente sobre sus rodillas, sentada en una banqueta de una discoteca la joven escuchaba música sin pensar mientras le daba otro trago a su copa. Lisa miraba al infinito y pensaba...
Lo más extraño es que cuando estás ebrio tus pensamientos se reducen a unos pocos y esos pocos suelen ser los que más te importan en esos momentos de tu vida.
Lisa pensaba en Daniel.
Él de un año más que ella, vivía delante de su casa. Todas las mañanas Lisa se asomaba por su ventana a las 9.00 y a esa hora siempre puntual él se iba a trabajar en la tienda de su padre. Él tenía ojos claros, pelo castaño y piel morena los días de viento el pelo de Daniel se alborotaba y los días de sol su pelo tornaba a tonos más claros.
Ella siempre le saludaba y él respondía con un "Hasta luego" después sonreía y su sonrisa se desvanecía en sus labios.
Un sábado encontró a Daniel en el mismo Pub en el que ahora se hallaba. Lisa le saludó como de costumbre y empezó a hablar con él, bebiendo se conocieron mejor, hablaron, rieron, ella no podía apartar la mirada de sus preciosos ojos verdes, luego bailaron y decidieron salir del local. Daniel le condujo hacia un parque situado cerca de la tienda en la que trabajaba. El parque parecía sacado de una película, para entrar en el había que atravesar un arco rodeado de hierbas trepadoras y flores y en el centro había un pequeño estanque adornado en su borde con un gran sauce y a sus pies un banco color marfil. Daniel le ofreció a Lisa sentarse en el banco y rodeados de luciérnagas continuaron hablando de sus ambiciones en la vida, gustos y pasiones.Lisa se dio cuenta de que tenían muchas cosas en común y no pudo creer que hubiese alguien en este mundo que viese el mundo de igual manera a ella. De repente a Daniel le sonó el teléfono móvil..."Me tengo que ir, adiós..." y Daniel se fue sin más, dejando a Lisa en ese banco sola.
El lunes de la siguiente semana Lisa se levantó a la misma hora de siempre, a las 9.00 se asomó por la ventana. Hacía viento y el pelo largo de lisa se movía siguiendo el ritmo de este, apareció Daniel, a Lisa le dio un huelco al corazón, pero le saludó con naturalidad como siempre y le preguntó que había pasado el sábado, Daniel no respondió..."Lo siento, tengo prisa" Y los días siguientes Daniel no apareció a las 9.00.
Hoy, Lisa se pierde en el fondo de su vaso pensando en Daniel, el chico de los ojos verdes, nublando su mente con un solo pensamiento, con una sola mirada y ninguna canción.
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